Un cuento con moraleja (o sin ella)

Te voy a contar un cuento, de esos con moraleja que cuentan los abuelos.

Seguro que te has cruzado con alguien que atrae a los demás como moscas.

En plan bien, no porque huela a mie….

Son personas que saben hablar, que caen bien y que siempre parecen preocuparse por los demás. Pedazos de pan.

Pero también habrás visto cómo, de repente, aparece un gusano corroído por la envidia, inventando historias y tratando de convencernos de que ese trozo de pan está más podrido de lo que parece.

¿A dónde quiero llegar?

Mira, no me considero un Apple fanboy (léelo con tono pijo, que hace más gracia).

Sí, tengo todos sus cacharros. Me gustan… ¡me encantan! Porque creo que entre ellos se comunican mejor que la mitad de las parejas.

Pero si mañana aparece algo mejor, me cambio sin pestañear. Soy un chaquetero.

¿Te aburro? Pues espera, que aún hay más.

Llevo tiempo con una mosca detrás de la oreja.

Y no porque huela a mie…, que me ducho todos los días.

Si buscas un poco, verás que en los últimos años muchos gobiernos y administraciones tienen a Apple en el punto de mira. La buena y simpática manzana.

Y siempre por lo mismo: quieren acabar con su maravilloso ecosistema y con la forma en la que sus cacharros se entienden entre sí.

Unos dicen que es porque se ha hecho con todo el cotarro.

Otros, porque le piden información de un malo malísimo y Apple se niega a dársela. Ya sabes, el bueno buenísimo que vela por nuestra privacidad.

Y no digo que no.

Aunque tampoco seamos críos… algo de interés por la plata tendrán.

El caso es.

Y aquí es donde me mojo.

Mientras que Google, su gran competidor, ha colaborado con agencias gubernamentales y ha vendido a sus usuarios, Apple, hasta la fecha, no ha cedido.

Y en un mundo lleno de hipocresía, eso es de agradecer.

Ahora, que no me caso con nadie. Si mañana hicieran lo contrario, tiro la manzana a la basura sin dudarlo.

¿Y la moraleja?

Ni idea, cada uno que saque la suya.

Lo que sí puedo decirte es cómo mantener tus cosas privadas y dormir en paz, sabiendo que nadie puede abrir tus cajones cuando no miras.

Escríbeme.

P.d: Arriba para ver si te puedo ayudar.